Todo empezó como un sueño paralelo. En aquellos días, aún teníamos trabajos de oficina, pero compartíamos una pasión: el gin. Probamos marcas locales, internacionales, de todos los rincones, pero siempre nos quedaba una sensación en el paladar... faltaba algo.
Sabíamos que Argentina podía ofrecer más, algo que estuviera a la altura de los mejores gins del mundo. Así nació nuestra idea: crear un gin local con calidad internacional.
Empezamos pequeños, como todo lo que se hace con el corazón. Destilábamos en lotes reducidos, con una botella sin etiqueta, como si cada botella fuera un secreto bien guardado. Pero teníamos una visión clara: queríamos más. Fue entonces cuando dimos el primer gran paso. Conseguimos una botella más estándar, de esas que hoy ves en tantas marcas, y con ella diseñamos la etiqueta que marcaría nuestra identidad en ese momento. Era nuestra carta de presentación.
Pero sabíamos que el camino no terminaba ahí. Queríamos ir más allá, y empezamos a buscar algo diferente, algo que nos representara mejor y nos diferenciara. A principios de este año, encontramos lo que estábamos buscando: una botella de 700 ml. No solo nos alejaba de lo común, sino que también conectaba con los estándares internacionales. Nuestra nueva botella es el símbolo de nuestra evolución, de lo que somos hoy.
Y este año, ese esfuerzo y pasión fueron reconocidos. En Londres, en el prestigioso IWSC, nuestro gin ganó la medalla de plata. Para nosotros, este premio no solo es un logro, es un recordatorio de que ese sueño, que comenzó como un proyecto paralelo, ahora tiene un lugar en los mejores escenarios del mundo.
El viaje continúa, con la misma esencia, pero una imagen renovada y la convicción de que lo mejor está por venir.
